lituma , noticias , sociedad Domingo, 10 junio 2018

Este es el peruano mundial al que todos deberíamos estar leyendo en este momento

Título original: Julio Ramón Ribeyro, un discreto filósofo

Imagen vía: El Comercio

Imagen vía: El Comercio

A quienes se interesan por la obra de Julio Ramón Ribeyro les resultarán fascinantes las seis entrevistas que encabezan «Ribeyro, la palabra inmortal» del literato y periodista Jorge Coaguila, un librito que yendo por su cuarta edición, ejerce la atracción de Júpiter porque de Ribeyro conocemos sus cuentos, sus aforismos y su diario, pero muy pocas veces hemos leído sus conversaciones, expresándose sobre algunos de sus cuentos, convicciones e ideas, bajo la amable tortura de Coaguila.

Gracias a estas entrevistas entiendo que los aforismos de Prosas apátridas y Dichos de Luder, tienen un origen en los filósofos de la antigüedad, en los escépticos, en los cínicos, en los hedonistas, en esos filósofos que no se tomaban en serio, que retejían sus propias ideas y que estimulaban a pensar por cuenta propia.

«El cínico es un escéptico –aclara Ribeyro en una entrevista-, pero que adquiere ya un tono un poco burlón, que no toma en serio las cosas, que las grandes ideas le importan un pito (Sonríe)».

Ribeyro, en una de las conversaciones, se describió como filósofo, pero nunca como el filósofo profesional que cita y recita una pomposa cultura, muchas veces bajo la podredumbre de la incapacidad, sino como el individuo de a pie que se detiene a ver directamente la realidad, su punto de partida y de llegada. Un error común entre los intelectuales contemporáneos es que se enredan en intercambios de figuritas esotéricas, dándole la espalda al mundo, y, así, Heidegger estaba más interesado en discutir a Husserl y a Hegel, un legado que constituye hoy en las humanidades una repugnante Torre de Babel. 

En esta cuarta edición se recopilan también comentarios y análisis sobre La palabra del mudo, pero el plato fuerte del libro es cuando Ribeyro habla -aunque breve- sobre filosofía, diarios y estilos literarios. Gracias a la habilidad de Coaguila de presentarte como un atento discípulo, vemos a un Ribeyro que comenta sobre escritores de cartas y de diarios, y otras veces es llevado a encrucijadas acerca del estilo, la frivolidad, el humor, siempre en clave de cortesía y amabilidad con las cuales Coaguila nos contagia la admiración hacia el maestro. Tras una de las entrevistas el periodista pidió una dedicatoria y Ribeyro escribió: «A Jorge Coaguila, que me atormentó durante horas con preguntas. Muy cordialmente, Julio Ramón».

La tapa del libro.

La tapa del libro.

Nota de redacción: Pppsstt. La cuarta edición de «Ribeyro, la palabra inmortal» acaba de salir y ya está en todas las librerías.